Ausencia del destino utópico #00:00:09:17#
Es regresar invocando tus autores preferidos, y nadie mejor que Bloch, para reunirlos en una especie de constelación intelectual. Bloch traza un hilo rojo, que atraviesa no solo la historia moderna sino también el pasado más remoto desde los grandes heterodoxos del Medioevo, desde Münzer en adelante, desde Avicena incluso, hacia nosotros, mostrando que en toda época, en todo momento, la tensión provoca la estrategia y la pregunta. La conciencia de una situación nos lleva a tomar una decisión. La verdad tiene que ver con la decisión. El conocimiento tiene que ver con la decisión. Verdad y decisión no son especulativas, no se quedan como reflejo en el “especulum”, en el lugar de ese discurso que ha sido siempre protegido, sino que necesariamente deben generar ese "ethos", esa decisión de intervención en el mundo.
Es convocar, por otra parte, esa larga historia del pensamiento utópico que el Prinzip Hoffnung ha recreado de una manera paradigmática, ejemplar. Hoy por hoy no hay ningún texto comparable. Hace ver que ha habido siempre un movimiento que reúne dichas tensiones y las traslada a un espacio que es el espacio del deseo, de la esperanza, de la ansiedad, de la búsqueda de algo al que no siempre sabemos darle forma. La dificultad está en ese espacio en el que la experiencia no consigue su forma.
La sensibilidad contemporánea. La utopía como esencialismo estratégico (Spivak) #00:02:22:20#
Una vez que los horizontes no son transparentes para un gran proyecto global, yo comparto, en gran medida, que el tiempo de las grandes utopías se ha terminado. Digamos que por ahora. Todos querríamos dibujar una gran utopía en este horizonte, pero no se improvisan. Se dibujan desde un referente operativo, unas veces ideológico, otras veces más filosóficos incluso. Pero no existen elementos para esa construcción. El haber experimentado los proyectos globales, sobre todo bajo las formas políticas de los totalitarismos en el siglo XIX, generó una profunda reacción de tipo escéptico respecto a la utilidad de dichos proyectos. Y creo que toda la sensibilidad contemporánea ha girado en otra dirección, la de la defensa de las micro-utopías que es la forma estratégica de penetrar esa red que podemos llamar de luces y sombras, y sobretodo haciéndola cercana a un fenómeno fundamental, que en este momento es la emergencia de un nuevo social, un social heterogéneo.
Cuando Spivak - soy buen lector de Gayatri Spivak, la reconozco como una de las teóricas serias de esta problemática, plantea esa alteración de las topologías que las ciencias sociales habían institucionalizado y casi legitimado. Ahora se habla de un hetero-social, de una complejidad social diferente. Y nosotros, ¿que relación mantenemos con ella? ¿A nivel de pertenencia, a nivel de reconocimiento, al de extrañamiento, al de intemperie? Porque vivimos en un lugar marcado por esa intemperie. Los reconocimientos pasan por la extrañeza: “Y tú ¿de dónde vienes? Y tú ¿que lengua hablas? Y tú ¿qué piensas? Y tú ¿qué nombre tienes?” son preguntas que acaban siendo preceptivas para poder establecer cualquier tipo de relación.
O quizás como decía Wenders en El cielo sobre Berlín, bajar y decir de pronto a las seis de la mañana al señor del Schnellimbiss “Guten Morgen”. Un “Bon dia” a esas horas de la mañana puede producir pánico. Quizás no sea el momento para decirlo. Aún así, es el momento en el que se produce eso que Kafka llama “humanizar el desierto”, el desierto de las anomias contemporáneas que intenta quedar humanizado por la voz de quien expresa un deseo de fraternidad.
Soñar el sueño diurno cuando la epidemia del conformismo lo prohíbe#00:05:40:19#
Digamos que por una parte, y nos situamos frente a un nuevo problema, lo que decía Tocqueville vale. Además es citado por Walter Benjamin cuando recuerda que toda época sueña su época futura. La potencia del "rêve", del sueño, es justamente anunciar, bajo la forma del fantasma, un futuro que todavía no es real. Esa forma de plantearlo es bonita y es un problema filológico que me ha ocupado en algún momento: Que el "Traum" en alemán se apropia del radical "Trauma". Precisamente porque el soñar no produce la realidad, como el deseo tampoco produce el objeto. Hay un hiatos, una suspensión.
Luego está la lectura de Walter Benjamin respecto a Proust. Existe el "rêve" y la "rêverie". Existe esa "rêverie" de las tardes cuando complacientemente tenemos la ilusión. La "rêverie" conduce a la ilusión y no al objeto que deseamos construir. Una ilusión de que sería lo mejor de los posibles cuando nos distraemos y nos acompañamos de una leve sonrisa, porque estamos pensando algo que quisiéramos que fuera pero todavía no es. La sonrisa de la "rêverie", dice Benjamin.
Por otra parte, toca al arte. Esta es la tesis que podríamos considerar la más fuerte. Casi toda la larga reflexión sobre el arte, y esto se está olvidando, es de raiz romántica. El estatuto del artista, la verdad del arte. Ese maravilloso texto, “Bruno o sobre el principio divino y natural de las cosas”, de Schelling cuando dice que tenemos el arte para poder hablar de aquello que todavía no podemos decir “begrifflich” [conceptualmente]. Podemos decir poéticamente todo aquello que todavía no podemos explicar conceptualmente. Y eso es toda la tradición desde Novalis a Schiller, postulando que el arte tiene ese compromiso con el posible, conforme con la tercera “Crítica” Kantiana [Crítica de la facultad de juzgar], con el reino de la posibilidad.
Es una tensión que llega a los clásicos del siglo XX. Autores alemanes como Musil - en él la categoría de posibilidad es más importante que la categoría de realidad. Y esa transición de lo real a lo posible entra en toda la problemática del siglo XX y es justamente allí donde nace el jardín prodigioso que fue el espíritu optimista y ético de las vanguardias cargadas de optimismo. Obviamente, para unos los finales de las vanguardias fueron la Gran Guerra, para otros la Segunda, para otros el totalitarismo de los fascismos varios. Prácticamente en 1945 las vanguardias habían desaparecido de ese mundo, porque ya se había hecho asimétrica la relación entre arte y proyecto. Pero, ¿que pasa con el artista después? ¿Cual es el compromiso del artista hoy? Esa es la cuestión.
El artista debe volver a dialogar con esa tensión que le obliga a dibujar quizás sobre la arena de la playa el dibujo de ese futuro. Cada golpe de mar lo borrará, y volveremos a escribir, de nuevo se borrará y volveremos a escribir... Pensando que ya ningún dibujo será el dibujo del futuro, pero serán esas dimensiones aproximativas, o como decía Musil, en este momento lo que nos importa es la creación de un pensamiento hipotético, un pensar hipotético que tiene que ver con el pensar del arte. Sería muy difícil hacer una crónica de los grandes problemas de la sociedad contemporánea sin atravesar el mundo del arte.
De una manera muy sintomática el arte ha representado la gran mayoría de los problemas. A partir de 1989-90, ese gran cambio en el arte contemporáneo, un giro ético en la cultura del final de siglo, el arte se va cargando de preguntas pero también de problemas. Es un gran resonador. He citado antes a Spivak. Todo lo que es la reflexión sobre la diferencia políticamente entendida entra en la matriz del arte de una manera casi invasiva. Y ahí aparece el artista construyendo el gesto, el relato, el pequeño icono, el contexto incluso político de esos nuevos problemas. Ahora, regresar a la condición hipotética del arte es también esa distancia que tu señalabas porque el arte, como en el "rêve", no consigue construir la realidad.
Como en esa página maravillosa del final de la obra “Die Krise der europäischen Wissenschaften…” [“La crisis de las ciencias europeas..”] de Edmund Husserl. Nadie como él ha intentado reconstruir el racionalismo. Dice al final: “Dieser Traum ist ausgeträumt.” Este sueño ha sido soñado. Nosotros estamos en esta nueva situación. Y como esperar a volver a soñar? Antes tendremos que desearlo. |